
La extorsión en México ha evolucionado: de pequeños grupos a cárteles de drogas. Estas son las cinco claves para entender el fenómeno que afecta tanto a ciudadanos como a empresas.
Una llamada a medianoche. Quien responde, escucha del otro lado una voz desconocida que amenaza con hacerle daño a un ser querido si no se deposita una suma de dinero de inmediato. El miedo paraliza: es el inicio de un secuestro virtual, una de las múltiples formas que ha adoptado la extorsión en México.
En otras regiones, no es una llamada lo que aterra, sino la llegada de hombres armados a un negocio local exigiendo el ya conocido cobro de piso. En ambos casos, el mensaje es claro: pagar o sufrir las consecuencias.
La extorsión se ha convertido en un delito de alto impacto que ha mutado, sofisticado y expandido, convirtiéndose en una fuente millonaria de ingresos para el crimen organizado.
¿Qué es la extorsión?
La extorsión es un delito que implica obtener dinero, bienes o servicios mediante amenazas, intimidación o el uso de la fuerza. En términos legales, se configura cuando una persona o grupo obliga a otra a actuar en contra de su voluntad bajo coacción, usualmente con la amenaza de causar daño físico, económico o reputacional.
Aunque puede adoptar diversas formas, el elemento común es siempre la violencia —física o psicológica— como medio de presión.
En México, la extorsión se ha convertido en una práctica extendida que va más allá de las simples llamadas telefónicas. Incluye desde amenazas directas por parte de bandas criminales hasta esquemas más complejos como el cobro de piso, donde los delincuentes exigen pagos regulares a negocios a cambio de «protección».
Extorsión indirecta: cómo identificarla
La extorsión indirecta es una modalidad en la que el agresor no amenaza directamente a la víctima, sino que utiliza medios para ejercer presión, como llamadas telefónicas o las redes sociales.
En esta categoría, la más conocida es la extorsión telefónica. Consiste en recibir una llamada en la que los delincuentes, haciéndose pasar por integrantes de un grupo criminal, autoridades o incluso familiares, buscan engañar y atemorizar a la víctima para obtener dinero de forma inmediata.
El secuestro virtual es una forma de extorsión telefónica en la que los delincuentes hacen creer a la víctima que un familiar ha sido secuestrado, cuando en realidad nadie ha sido privado de su libertad.
A través de llamadas, los criminales logran aislar a la supuesta víctima en un hotel o lugar apartado, mientras al mismo tiempo llaman a su familia para exigir un “rescate” urgente. Todo ocurre sin contacto físico.
Extorsión directa: cobro de piso
El cobro de piso es una de las formas más violentas y visibles de extorsión en México.
Se trata de una práctica mediante la cual grupos criminales exigen pagos regulares a comerciantes, empresarios, transportistas o productores a cambio de «protección», es decir, para no sufrir agresiones, robos, incendios o incluso asesinatos.
A diferencia de la extorsión telefónica o virtual, el cobro de piso suele ser directo y cara a cara. En muchas regiones del país, hombres armados llegan a los locales para advertir que «ya se está cobrando», y dejan una cuota fija, que puede ser semanal o mensual.
¿Cómo se castiga la extorsión?
La extorsión está tipificada como delito en el Código Penal Federal y en los códigos penales de las 32 entidades federativas de México.
En general, se castiga con penas que van de 2 a 15 años de prisión, aunque estas pueden aumentar si hay agravantes como el uso de armas, la participación de servidores públicos, o si la víctima pertenece a un grupo vulnerable.
Sin embargo, a pesar de estar claramente penada, la extorsión es uno de los delitos con mayor cifra negra en México. Esto quiere decir que la mayoría de los casos no se denuncian.
Las razones principales son el miedo a represalias, la desconfianza en las autoridades y la percepción de que no habrá consecuencias para los responsables.